domingo, 27 de agosto de 2017

Mañana cumplo 30 - Parte I

Necesitaba escribir y no sabía dónde. Nunca pude superar el cierre del Sirenita_Bella original, retomar en otro blog, ser constante. Pero bueno, estoy aquí hoy porque siento que necesito dejar registro de este recuento mental antes que sea mañana. ¿Qué pasa mañana? Cumplo 30 años.

No sé cómo, no sé cuándo, no sé cómo tan rápido, pero aquí están. La edad que la mayoría tememos, la edad que yo siempre temí, la edad a la que pensé que llegaría teniendo mi vida resuelta o al menos habiendo vivido mucho. Además de que está muy lejos de eso, los últimos años creo que han sido los peores y siento que llevo un ciclo de casi 3 años totalmente estancada, donde mi vida ha sido un stand by, donde la inercia ha sido lo que ha reinado y no he podido hacer mucho al respecto. Un resumen muy general de lo que han sido estos dos años y pico:

El 2015 renuncié a mi trabajo de dos años en la agencia (abril). Me preocupé de mí, me metí al gimnasio, compré pastillas para la ansiedad y en 2 meses bajé hasta cerca de los 60. De amistades y amores nada. Mi relación con mi mamá, que ya era mala hace un par de años, llegó a un punto insostenible y en octubre de ese año las cosas se salieron de control y me terminó echando de la casa. Me fui con lo puesto donde mi abuela y ahí estuve varios meses, sin dinero, odiando todo y a todos, sola, gorda. En un mes subí todo lo que tanto me había costado bajar y más. Mi familia se fue a vivir a una gran casa en las afueras de la ciudad, alias, a la mierda del mundo.

Aún con algo del finiquito, partí el 2016 arrendando un departamento en una zona acomodada que obviamente no podía pagar, pero mi desesperación, inmadurez e ingenuidad me hicieron pensar que podría sostenerlo. Encontré trabajo en tiempo record (que antes no había buscado) y comencé lo que pensé sería mi nueva vida, por fin tomaría las riendas de mi destino, etc. Fue lejos, la peor pega que he tenido, los jefes eran unos verdaderos imbéciles, la pega horrible, el lugar horrible, etc. Lo único que salvaba fueron los compañeros, que sigo en contacto hasta el día de hoy (yo, la que no hace amigos, la que es incapaz de mantener lazos, la que todos abandonan). Me despidieron a mitad de año y digamos que hice bastante mérito porque en serio odiaba ese lugar. 

Las cosas con mi familia habían mejorado bastante, me venía todos los fines de semana a la nueva casa, lo único que quería era devolver ese departamento que para mí era una condena e irme a vivir con ellos. En todo ese año no pude ahorrar ni un peso porque todo, TODO se iba a pagar arriendo, gastos comunes, electricidad, etc. Ni para un café me daba.

Después que me despidieron, me fui a vivir con mi familia y dos meses después devolví el departamento (que tenía contrato por un año y arreglamos para devolver antes). La actitud de mi mamá cambió completamente cuando supo que me volvía definitivamente, me empezó a hacer la vida imposible, comenzamos nuevamente a discutir y otra vez hubo un punto de inflexión y esta vez casi sin retorno. No daré detalles, pero días después mi mamá llamó a carabineros (más en actitud amenazante, porque la cagada había quedado días anteriores) y mi papá me dijo que al día siguiente me llevaría donde mi abuela otra vez. 

Al día siguiente, como una emo adolescente estúpida, recolecté todas las pastillas para dormir que había en la casa (que no eran pocas) y me las tomé con una mini botella de champagne que tenía. Mientras, me puse a escribir cartas. Si no quieren hacer el ridículo como yo, no lo intenten, no sirve de nada (sigo acá no?). Toda dopada me llevó donde mi abuela y ahí estuve casi otro año más. Ya hasta recordarlo me empieza a dar angustia, nuevamente sin mi espacio, sin mis cosas, aguantando las malas costumbres y mañas de mi abuelo, discutiendo a veces con mi abuela (con quien siempre me he llevado increíble), etc.

Este año, 2017, estuve el primer trimestre del año como un vegetal, engordando y haciendo nada donde mi abuela, pasando un verano horrible porque su casa debe ser la casa más calurosa del universo y en invierno, la más fría. Pasé por un período de paranoia, donde me daba terror encontrarme con algún conocido o ex compañero de pega y que viera lo gorda y fracasada que estaba. Me recluí en la casa, cerré mis redes sociales (que aún no abro la verdad), y me alejé de todo y de todos. En marzo encontré trabajo por un mes y ahí estoy hasta ahora. No diré que me gusta, porque creo que nunca me gustará lo que hago (mejor dicho donde lo hago), me equivoqué de carrera y eso lo sé ahora, pero no estaban los tiempos para ponerme exquisita, necesitaba juntar dinero para salir de donde mi abuela y para una meta que me puse que les contaré más adelante.

Para el día del padre de este año, vine una tarde a compartir con mi papá porque él y mi hermano insistieron, y ahí vi a mi mamá por primera vez en casi un año. De a poco empecé a venir los fines de semana, se empezó a romper el hielo y una semana que venía toda mi familia del sur donde mi abuela (por ende, yo tenía que irme a otro lado porque usan la cama que yo usaba), me vine para acá y no me he ido. Hace una semana que estoy oficialmente acá, aún quedan cosas mías donde mi abuela, pero espero no volver más.

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